jueves, 1 de mayo de 2008

Autobiografía de un artista de circo.




Me llamo Erasto Balbastro y me dedico al circo. Nací el 22 de abril de 1963, en un pequeño pueblo de Francia. Mi madre murió después del parto, así que nunca pude conocerla más que a través de fotografías. Mi padre me crió y me enseñó lo que sé sobre el espectáculo en el circo. Fue por el que estoy en el circo y gracias a el conseguí mi propio segmento en el espectáculo.
Mi papel en el circo es el de “El Hombre-Bala”, me meto dentro de un cañón y salgo disparado hacia una red de seguridad. No es un trabajo sencillo, pues siempre, antes de empezar un acto, debo medir la trayectoria del cañón y la pólvora empleada en el disparo. Si algo calculo mal puedo lastimar a alguien cayendo en las gradas o hasta perder las piernas.
En cuanto a las demás personas del circo, son maravillosas, somos como una gran familia, aunque metería a un par dentro del cañón para sacarlas volando.
En fin, amo lo que hago y paso horas concentrándome para realizar una actuación perfecta. Para mí, cada día en el que hago asombrar a chicos y grandes es lo mejor de mi vida. Por lógica, si tengo un mejor día también tengo un peor día. Por ejemplo, cuando mi padre estaba muy enfermo y no pude concentrarme en la medición de la pólvora, lo que me dejó con quemaduras en ambas piernas (de las cuales todavía guardo recuerdos en las grandes cicatrices que me dejaron), y pensar que pude haber lastimado a alguien, a algún niño, me causa mucha angustia. Desde ese momento me prometí a mi mismo que jamás me pondría a mí o a otra persona en peligro.
Cuando sea mayor y ya no pueda realizar más mi acto, quisiera pasarle mis conocimientos a mi hijo. Aun así mi profesión es muy peligrosa y la muerte podría estar a la vuelta de la esquina; sólo espero morir como un gran profesional y no otro hombre-bala más.





Erasto "Hombre-bala" Balbastro.


(texto escrito por Camilo Casais y Ana Menezes).

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